Por la memoria, verdad y justicia.
El sábado 5 de diciembre, se llevó a cabo la repintada de los pañuelos en la plaza de los Pañuelos en el Centro Cívico, a una semana de los actos de vandalismo cometidos por parte de un grupo opositor, en la misma. Muchas organizaciones, entre ellas feministas y políticas estuvieron presentes, vecinos independientes y el pueblo mapuche, para poder de alguna forma, volver a dejar la plaza cómo estaba y para visibilizar que estamos presentes y luchando por la memoria de nuestros compañeros.
Esta actividad comenzó a las 10 de la mañana con un sol brillante, en medio de la armada del árbol de navidad, acompañados por la música de los artistas locales: Ojos de América, Chelo Almonacid, Seba Cicuta y César y la murga Los Herederos de Kazó. Estuvimos hablando con algunos vecinos que nos mostraron su preocupación ante lo sucedido.
Joaquín Collazo expresó su preocupación ante este “sector de la sociedad o grupúsculo, que no siente como propia la lucha de los derechos humanos que la gran mayoría de los argentinos sí siente como propia” y además de la “complicidad implícita o explícita de parte de la policía y del gobierno que, habiendo pasada una semana, no han logrado darnos una respuesta de quienes fueron las personas que estuvieron haciendo este vandalismo.”
Leandro, otro vecino de la ciudad, nos comentó que “el vandalismo es desconocer la historia argentina […] y que hay un montón de gente con muy poca conciencia.
Mariana, del pueblo mapuche dijo que “este es un acto que demuestra el racismo que hay en el territorio llamado Furilofche“.
Estos grupos de extrema derecha ya se habían hecho notar el pasado 8 de noviembre en una marcha opositora al gobierno, cuando vestidos como el Ku Klux Klan, salieron a la calle a mostrarse en contra de las medidas sanitarias por la pandemia.
No son nuevas ni novedosas estas actitudes, pero con el contexto pandémico que atravesamos hoy, muchas organizaciones y los sectores populares se “guardaron”, hemos dejado las calles y los grupos de derecha, se han acostumbrado durante este año a ocupar las calles. Pero creemos firmemente, que de a poco, cuando las restricciones se vayan levantando, vamos a volver a recuperar las calles, como venimos haciendo con el apoyo de las organizaciones, instituciones y sectores populares.
Todos coincidimos que no se puede entender tanto odio a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo si no se entiende el odio expresado hacia el gobierno, que particularmente la vicepresidenta de la nación, sufrió un agravio en una de las frases violentas pintadas en el suelo de la plaza.
La solución a estos problemas sería que los gobiernos tanto municipales, como provinciales y nacional tengan que asumir sus responsabilidades para encontrar soluciones en el corto, mediano y largo plazo. Una medida a largo plazo tiene que ver con la necesidad de que el Estado nacional reconozca el genocidio que cometió contra los pueblos originarios y que se pueda tomar acciones para modificar el monumento a Julio Argentino Roca que está en la plaza, que al ser el artífice de este genocidio, no puede tener un monumento en medio de la Patagonia, territorio que fue habitado por las personas que fueron secuestradas, torturadas y asesinadas por ese Estado.
Otra solución sería poder articular los diferentes intereses sin violencia: poder sentar a los organismos de los derechos humanos y al pueblo mapuche y preguntarles qué es lo que quieren hacer en aquella plaza o con sus monumentos.
Estas articulaciones deben beneficiar a los sectores más vulnerables de la población para que de algo sirva al pueblo argentino.
La memoria de nuestros compañeros no puede ser manchada. Un pueblo que vive sin memoria, esta condenado a repetir la historia.