Alberto usa lápiz, no lapicera.

El pasado viernes 3 de junio, el Presidente de la nación Alberto Fernández encabezó un acto conmemorando los 100 años de YPF, junto a la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el Presidente de YPF Pablo González. Allí, la segunda al mando le reprochó al presidente la necesidad de “usar la lapicera”. Columna de opinión.

Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Pablo González. fuente Casa Rosada

Una vez iniciado el acto, Pablo González hace un repaso histórico desde la fundación de YPF, dando sus primeros pasos con Hipólito Yrigoyen con la iniciación de yacimientos petrolíferos fiscales y luego desarrollada e impulsada por el coronel Enrique Mosconi, quién fue el primer presidente de YPF hasta que en la década infame es perseguido y exiliado.

Las intervenciones de Irigoyen, Mosconi, Torcuato de Alvear y Perón fueron esenciales para el impulso del desarrollo y producción de YPF, contando que en 1949 en gestión del Gral. Juan Domingo Perón donde se crea el gasoducto más grande de Sudamérica. Luego, con los golpes de estado, la persecución y desaparición de trabajadores de YPF fue muestra adyacente del desprestigio hacía el progreso nacional y el desfinanciamiento del propio estado logro que se fuera degenerando una de las empresas más grandes de Argentina, completando su decadencia con la privatización de los años 90 con Menem.

Este repaso histórico de Pablo González fue esencial para que, en pocas palabras, se pueda reflejar el progreso de lo que es tener soberanía, porque YPF también representa eso. El apostar por empresas estatales es sinónimo de desarrollo y progreso nacional, y ese sentido de pertenencia se vio reflejado cuando se recupera YPF en 2012 de la mano de la entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, conocida como la segunda fundación.

No es descabellado pensar que hay otros motivos para proteger nuestros yacimientos: Vaca Muerta hoy en día es considerada como el futuro de nuestro país. Vivimos en una situación mundial donde la energía industrial es muy necesitada. Que Argentina tenga la potestad de tener a mano estos yacimientos y sobre todo hacer uso para satisfacer las demandas internas es increíble, no hay que esperar menos por el momento, es completamente necesario una matriz industrial donde el único que pueda intervenir sea el estado con una mirada popular y de soberanía. Ya vimos los resultados de tener que ver nuestras empresas en manos privadas extranjeras.

Luego, Cristina hizo uso de la palabra. La vicepresidenta, además de también hacer un breve repaso histórico, también aprovechó para devolver a la memoria los últimos años del macrismo y la nueva decadencia, mostrando un breve video de 1 minuto del ex ministro de hacienda Nicolas Dujovne, donde canalizaba de una manera descarada que la anterior gestión a ellos no había adquirido deuda porque “de su forma tan estrafalaria y demás” el mundo no le prestaba plata porque “no había confianza”, Cristina resuena esa frase diciendo ¡Que bárbaro!

Además, Cristina hizo énfasis en la lucha que ha hecho el estado nacional frente a los privados como los que se habían llevado YPF para España, haciendo memoria de cuando se le devolvió al país la reestructuración no solo de YPF, sino también de Vaca Muerta. En su discurso se habló de la importancia que es tener soberanía industrial, por más matices que haya en una interna el objetivo tiene que ser el mismo, devolverle al pueblo y al país lo que le corresponde. Lejos de estar atados a un despilfarro monetario, hay que hacer uso del potencial natural, y sobre todo de la memoria.

Recordar a Irigoyen y Mosconi que, al iniciar YPF, veían proyectado el futuro de un país prometedor y soberano, ya se vio y se conocen como son los resultados de tener políticas neoliberales que privatizan para que el poder industrial que le pertenece al estado y sobre todo a la gente, pase a venderse en cuotas, un patriotismo a base de cuotas de los que han tenido que gobernar bajo esa imposición nefasta de sacarle peso al estado para que la regulen los inversionistas.

Cristina no solo dio sutilmente una catedra de como gobernar cuando los grupos mediáticos amenazan y ningunean, sino que también dio catedra de cómo manejar las responsabilidades, que a cada funcionario fuese quién fuese si está ocupando un lugar que lo haga seriamente y con compromiso, de la misma manera como hacer frente cuando las crisis institucionales se vinculan con la crisis de deuda.

Una de las piezas fundamentales del repaso histórico que hizo Cristina al contar los procesos y logros de la recuperación de Vaca Muerta e YPF, comparándola cuando pasaba a estar en manos privadas y que pasaba durante los gobiernos de turno. Que las soluciones no van por la especulación, la cantidad enorme de políticas estatales que se podrían llevar a cabo si tan solo se sentasen a negociar, y no como amigos.

Antes de finalizar, habló sobre el día de la no violencia hacia las mujeres, dando su sororidad a las mujeres que sufren violencia física, pero antes de la violencia física esta la violencia simbólica, la de la palabra, y en palabras de ella que puede dar catedra de eso. Al ser la primera mujer electa presidenta, aún recibe violencia simbólica de parte de los grupos mediáticos que son pagados porque les pertenecen a los monopolios, de los cuales no les tembló el pulso para hablar barbaridades de Cristina e intentar hacer que la gente también le juegue en contra, como así tampoco le tembló el pulso a Cristina de hacer que le devuelvan al pueblo y al país lo que le pertenece.

Pero antes del cierre, habló sobre un documento que ella había lanzado donde sostenía que la lapicera la tenía Alberto, y en el acto directamente le dijo ‘’yo lo que te pido, es que la uses, la uses con los que tienen que darle cosas al país’’. Tanto las cartas que lanzó Cristina en los momentos donde se empezaba a demostrar que el país iba a un rumbo donde no debería ir, se fueron los que tenían que irse, los funcionarios que no funcionan. Pero, aun así, Alberto no uso la lapicera, Alberto no pidió las renuncias ni siquiera lo notó hasta que se lo hicieron saber.

Está de más recordar el difícil momento en el cual a Alberto le tocó gobernar, la pandemia y la enorme deuda con el FMI que en ese momento no había una clara solución de cómo se iba a manejar. Pero por más que hayan pasado dos años, con errores y aciertos, pero a mi criterio más errores que aciertos porque el dar marcha atrás con la expropiación de Vicentin se notó una mano débil de Alberto al tomar una decisión tan clara como esa.

Al final de todo, ‘’el país que queremos’’ no es el que se dibujó en las elecciones legislativas del año pasado, las cosas no mejoraron por más que se haya hecho una catarsis dentro del Frente de Todos y dentro del gobierno, la coyuntura de lo que verdaderamente significa usar la lapicera y dejar de especular, poner la mano verdaderamente firme y dejar de usar como un simbolismo lo aprendido con Néstor.

Tampoco hay que negar, y hay que ser objetivos, de que la industria nacional comparada con el macrismo ha crecido, la economía se está sosteniendo y no se fue a las nubes como muchos charlatanes de los canales de televisión y economistas berretas intentan hacer saber.

Martín Guzmán por su parte no es un transgresor rebelde como la mayoría quisiera, pero no estamos en una situación económica como para hacer rebeldía, adecuarse a las políticas económicas que se están implementando debido a las dos crisis que le tocó atravesar al país e intentar sacar lo mejor sin perjudicar en lo mayor que se pueda a todos los sectores públicos y privados no debe ser motivo como para pedir la cabeza del ministro de economía.

Por más que la economía se esté manteniendo, se esté industrializando mucho más y haya una recuperación del PBI, no se nota en el bolsillo de la gente, el descontento social sube y no porque no logran llegar a un acuerdo con todos los sectores de producción para mantener los precios, no se trata de arreglar y congelar, se trata de que se pueda llegar a fin de mes como corresponde porque lo que sube no son solo los precios de los alimentos.

El día sábado 2 renuncio el ministro de producción Matías Kulfas, un ministro que tuvo que haber sido uno de los primeros en marcharse después de la carta de Cristina, Kulfas era uno de esos funcionarios que no funcionan, pero aun así Alberto siguió apostando en el cómo también en el actual ministro de trabajo y en el ministro de ambiente, siguiendo entre otros funcionarios. La crisis institucional que está atravesando la Argentina va por la falta de atención del presidente, que dice no temblarle el pulso con los que están afuera (como la oposición y los que evaden) pero si le tiembla el pulso con los que están adentro.

Ya todos sabemos la crisis que nos dejó el FMI y la pandemia, ya sabemos de la inoperancia del anterior presidente que ahora se pasea por los medios de comunicación como un outsider más porque es lo que está de moda. Pero a pesar de todo eso no se pudo sacarle jugo a los aciertos que tuvo este gobierno durante y después de la pandemia, no se pudo seguir proyectando después del acuerdo con el Fondo monetario internacional. El rol de Alberto al asumir no era solamente para manejar esas dos deudas (que de cierta manera aún siguen porque se tuvo raspar de donde se pueda para sacar dinero) sino que la falta de políticas públicas eficientes y poner la mano verdaderamente dura donde el gobierno tiene que aplicarla que es con los sectores privados, los terratenientes, los que fugan y con los monopolios financieros.

Aún no se han dado respuestas a las necesidades de la gente, y si este rumbo, esta Argentina en la que Alberto se ve bien y progresando no mejora del todo para el año que viene, van a volver a gobernar los inoperantes anteriores que literalmente pensaban con el bolsillo propio y con su doctrina profanadora de soberanía.

Hay que repensar todo tipo de decisiones y más si vienen del gobierno nacional, no se puede afirmar una situación diciendo que las cosas van a mejorar cuando no se ve en las calles, cuando lo que está pasando es culpa de funcionarios que no funcionan, porque por más que tengamos las peores oposiciones de todo el mundo no deberían ser motivo para rever decisiones que son para el bienestar social y el presente del país.

Estuvimos tan acostumbrados a ver presidentes que sean transgresores y puedan plantarse ante el poder de las corporaciones que ahora esperamos lo mismo y no vemos quienes son los que acompañan al presidente, ya se fueron los primeros que eran los más notables que agarraron sus cosas y se fueron. Alberto afirma que él es el presidente como si lo no supiéramos, pero tiene que también ser el presidente dentro de su propio gabinete, esta Argentina obviamente que puede mejorar, pero no se puede si los que están de turno especulan y se espera que determinados ministros agarren la batuta para poder sobrellevar de mejor manera la situación actual.

Si bien no estamos en una situación postapocalíptica, se está generando que la oposición complete un vaso de jugo a base de lo que falta mejorar en el país, de igual manera al no estar en una situación postapocalíptica el bienestar social no llega al bolsillo de los argentinos, no se puede decir que vamos en el rumbo correcto o se está haciendo lo que se debe hacer, porque por más que se haga lo que se debe hacer que es lo ideal, no alcanza si no es progreso genuino, porque la gente no se sostiene financieramente con palabras de que se está mejorando a paso de tortuga.

La gente se sostiene y vota con lo que ve, que el verdadero progreso se haga notar, se haga ver y sentir. Mañana, martes 6 de junio asume Daniel Scioli como ministro de producción, uno de los tan queridos protagonistas de una Argentina que estuvo en los momentos donde la firmeza no hacía falta recordarla.

No se trata tampoco de un altruismo albertista, su intento de hacer correctamente las cosas dentro de un caos político acomodándose en los estándares de benefactor político no es adecuado, mucho menos cuando hay sectores oligarcas golpeando continuamente e interfiriendo tanto en lo económico, lo alimenticio y lo judicial. Para decisiones ejecutivas tiene que actuarse con el pensamiento y los principios que conlleva el ocupar un cargo otorgado por el peronismo, las decisiones que son dependientes de cada sector se tienen que ejecutar teniendo como objetivo el bienestar social del pueblo y la nación, no ajustándose a las miradas de quienes ven primero si un ajuste al sector privado perjudica en algún mínimo porcentaje a su patrimonio, amenazando y usando de referencia a las commodities.

Que la lapicera con tinta que Cristina le dio a Alberto sea de trazo firme y e imborrable, con decisiones que completen finalmente el progreso de esta gran nación que está siendo monopolizada por los mismos adversarios de siempre. Que el lápiz, sea solamente para escribir y reescribir discursos.

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