¿Cristina Presidenta? el que tenga más votos que cante
La puja presidencialista del Partido Justicialista va tomando color. Luego de la pedida renuncia de Alberto Fernández como presidente el histórico PJ quedó más aún a la deriva; sin conducción (aunque sea imaginativa) y sin ser una oposición como tal ante el gobierno nacional, se formula de esta manera una nueva estrategia de poder y de reconciliación con la doctrina peronista.
En la fecha del natalicio del general Juan Domingo Perón, la romantización del peronismo va a flote, más aún desde aquel acto de Maximo Kirchner en el Club Atenas de La Plata, donde la reaparición del Diputado Nacional quedó enmarcada como un relanzamiento de La Cámpora en la toma de decisiones, y por ende de volver a levantar sus banderas dentro del sentimiento popular, entendiendo que gran parte de esa disputa ya está en manos del gobierno de turno.
La aparición de Maximo como referente de La Cámpora, acompañado de Mayra Mendoza y de Wado de Pedro, se está generando otra alternativa mucho más superflua dentro de un peronismo ya fraccionado. Parece que la disputa no es por reacomodar el Partido Justicialista, sino el renombre de la convocatoria y de quien depende el bastón de mariscal para ‘reagrupar’ a las masas y volver a las bases. Esa frase tan conocida y poco utilizada por cualquier dirigente peronista que se a mentalizado volver hacer la nueva gran Argentina no ha funcionado, no se ha vuelto a las bases, y basándonos en la doctrina de volver a enamorar a los trabajadores, reconquistar a los estudiantes hijos de los obreros a los que Perón alguna vez les otorgó la Universidad pública estaría logrando un efecto inverso. Se está garantizando un giro hacia la derecha en los más jóvenes, no se conquista desde el amor como utilizó Maximo Kirchner en su acto en La Plata, el amor solo no funciona si las propuestas de marketing no acompañan la realidad de las clases más vulnerables y más aún con la flagrante despolitización de la conciencia social.
El discurso puede tener todas las herramientas para conquistar a los que ya se tiene en la militancia, pero no a quienes se han alejado del espectro político popular, podemos prever que no es una herramienta factible cuando la política está cada vez más alejada de la gente cuando volvieron a apostar por una opción distinta.
De esta manera considero que el discurso que romantiza nuevamente a la política -hablando de Maximo- no puede ir de la mano con un proyecto de liderazgo ante uno de los movimientos más grandes del mundo, se repite nuevamente la misma estrategía utilizada por Alberto Fernandez cuando necesitaba aproximarse a la gente, que digamos de otra manera, son todos compañeros y compañeras del movimiento popular porque sus discursos son cada vez más alejados de la realidad política. Cuando se habla de que la patria es el otro, y que el amor vence al odio, se sigue replicando la calesita de la demagogia.
Con Guillermo Moreno fuera del radar electoral, además recordando que cuando se nombró a Alberto Fernandez como Presidente del PJ, el mismo Moreno se había desafiliado e incentivó a desafiliarse, dividendo a los peronistas doctrinarios a otro plano electoral muy alejados de poder competir en las nacionales pero sin ser obsoletos en el debate público y televisivo.
Aunque con esté descarte entre los candidatos, se sabe que Moreno apoyará a Quintela. Mientras que otro representante del peronismo más popular y barrial es Juan Grabois, que por su cercanía con Axel Kicillof tendrá un rol predominante en las decisiones de campaña y estándar de CFK.
Siendo que la puja de favoritismos peronistas se encuadran entre el Gobernador de La Rioja Ricardo Quintela y la ex Presidenta Cristina Fernandez de Kirchner, la disputa de termos ortodoxos y populares se enfrentarán en un tira y afloje para ver quién mide más en votos y convocatoria. No cabe dudas que el estadio que pisa Cristina Kirchner es un estadio que llena, y que tan solo su presencia trae recuerdos de su estadía como Presidenta de la nación. Pero acá vamos a la parte más dura de esa realidad, la misma conlleva a que la convocatoria ya no es la misma, y no es lo que se requiere para reagrupar un Partido Justicialista que no carece de cuadros en la actualidad, pero si carece de una unidad peronista efectiva, que reivindique tanto las viejas canciones como las nuevas.
Por más que CFK use todo su dominio publico como figura de relevancia, se viene encima una avalancha anti peronista pero sobre todo anti K, en un peronismo que actualmente se divide entre quienes duermen con la doctrina y un chumbo bajo la almohada, y entre quienes duermen cantando las sinfonías de la década ganada.
Podría articularse una unidad como la que llama Cristina después de las elecciones, y se dará en una muestra de camaradería en la reconstrucción del PJ, pero dentro de estas hay que tener presente que nos veremos con una nueva estructura del PJ tal como lo conocemos, que quizás puede que necesite limpiarse un poco del polvo por el desuso que se ha hecho del mismo. Ni en la campaña presidencial de Massa el PJ fue representativo, el partido siempre fue una herramienta electoral y un bastión tradicional para considerar que el peronismo como tal sigue vigente y, quizás, sea por el paso de Alberto por la presidencia partidaria en la que el PJ sólo sirvió para dar discursos de unidad y de reivindicar cuadros en fechas estimadas.
Podría decirse que la postulación de Ricardo Quintela no es la favorita entre personajes relevantes del peronismo entre ellos el gobernador de Formosa Gildo Insfran. El mismo Insfran sostuvo indirectamente que la cabeza no puede dividirse en dos, postura que CFK comparte y, a la que se suma la reivindicación de otras épocas como la década ganada y la conquista de los derechos laborales de la mano de Perón en el marco de un proceso de la industrialización de la Argentin, haciendo de esta una bandera de soberanía nacional.
CFK y su entorno siempre mantienen el mismo discurso, el de unidad nacional y amor al prójimo como propuesta combativa ante el odio que se genera discursivamente por parte del conglomerado libertario que defiende el proyecto de país liderado por Milei. El amor no vence al odio, se notó en la última elección, ya que no se le habló a ese porcentaje de votantes que tiene que rebuscarselas ante tanto desarraigo discrecional del nuevo sistema laboral. Podemos objetivar que el amor del que habló Maximo Kirchner es el mismo amor que le dió la razón al discurso libertario, se profiere un razonamiento muy cómodo y puede que también ingenuo. Lo que Milei demuestra como Presidente no desencanta en su totalidad a sus votantes, y en caso de arrepentimiento estos mismos terminaran por desencantarse de la política en general, más aún de lo que ya se está. No van a ir en fila a plaza de Mayo a cantar Cristina presidenta o leer la razón de mi vida.
Dentro del plano combativo del gobierno, su puja está con Mauricio Macri. El mismo los tiene pendiente de decisiones parlamentarias y recordando que parte del gabinete de Javier Milei responde más al exPresidente. Descartando -pero no tanto- a Luis Caputo y Patricia Bullrich, estos últimos se mantienen en el gobierno porque fueron los mejores dentro de los ideales de la propuesta republicana macrista. Para no extenderme con esa parte de la historia, el que hace que el gobierno se mueva por determinados intereses de un ex presidente es Macri, CFK se mantiene como la figura de combate tradicional entre izquierda y derecha. Podemos recordar esas pujas internas con las cartas de Cristina hacía el gobierno del Frente de Todos.