La calle no es un lugar para vivir, por Silvina García Larraburu (Opinión).
La trágica muerte de un hombre, cuando dormía en uno de los contenedores de residuos que hay ubicados en la zona céntrica de Bariloche y el camión recolector no lo detectó, debe llamarnos a la reflexión sobre la efectiva implementación en cada distrito de la Ley de personas en situación de calle.
A finales de 2021 aprobamos la Ley de Protección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle. Una iniciativa que yo venía impulsando desde 2014.
El proyecto, fue producto del intercambio y trabajo colectivo que realizamos junto a organizaciones muy comprometidas con la problemática, como son: Hogares Emaús, Proyecto 7, Caminos Solidarios, Red Solidaria, Ciudad sin Techo, entre otras.
Con todas ellas compartimos un mismo diagnóstico, y observamos con mucha preocupación cómo la sociedad argentina está naturalizando un sistema de descarte que condena a miles de familias a vivir en la intemperie, o a deambular entre paradores, hoteles y asentamientos precarios.
Si bien desde 2003 a 2015 luchamos contra muchos de los bastiones del neoliberalismo, es innegable que aún perduran estructuras económicas y mentales de ese sistema inhumano.
La Argentina en la que nací, en la que militó mi padre peronista y mi madre radical, no toleraba los niveles de pobreza y marginación a los que se acostumbraron las nuevas generaciones.
Ese fue el plan macabro que se propuso la dictadura de 1976: romper los lazos de solidaridad de nuestro pueblo. Entonces, la tarea es reconstruirlos.
La Ley estipula que se debe realizar un relevamiento; generar documentación gratuita y una referencia postal para que puedan inscribirse a beneficios estatales; crea una red nacional de centros de integración social con atención las 24 horas con espacios terapéuticos, talleres y actividades de formación, capacitación y ocupación laboral; y establece que habrá atención telefónica y móvil, para acompañarlos.
Una de las organizaciones con las que trabajé el proyecto de mi autoría, son los Hogares Emaús. Una red de Hogares con fuerte presencia territorial en Río Negro.
Desde el año 2008 están presentes en Bariloche, trabajando con la población más vulnerable, con un objetivo bien claro: que puedan convertirse en protagonistas de sus propias vidas. Gracias al compromiso y entrega de sus voluntarios, muchos rionegrinos lograron recuperarse de adicciones, aprender un oficio, forjar nuevos lazos sociales y comunitarios.
Ahora necesitamos que estas experiencias se multipliquen en Bariloche y en todo el país.
Cómo decimos siempre: la calle no es un lugar para vivir.
No permanezcamos inertes al dolor ajeno.