Breve relato sobre el oro.

Hace unos días, desde Dardo Cabo Medios me hablaron para que escribiera algo sobre el oro cómo reserva de valor. Resulta, que hace poco se anunció que Argentina recompró parte del oro que la gestión anterior había vendido. Si, me puse a buscar, para ver cómo habían evolucionado las tenencias de oro en el país durante los últimos años. Para mi sorpresa (y cómo se puede ver abajo) luego de la debacle que implicó el fin de la convertibilidad, no existieron grandes variaciones en la tenencia de oro, que tendió a estabilizarse en torno a las 60 toneladas.

Archivo.
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos 
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero

Francisco de Quevedo
Poderoso caballero es don Dinero

¿Es mucho? ¿es poco? Es difícil de decir prima facie. A priori, podemos aventurar que en comparación con otras naciones, Argentina tiene una menor reserva de oro. Siendo la vigesimosexta economía del mundo, aparece en el puesto 45, cuando las ordenamos por la tenencia de oro. Me sorprendió también que la economía con más oro en Latinoamérica es Venezuela, con alrededor de 161 toneladas. En fin, dato de color entre lo importante, que implica para los países tener, o no tener, reservas de oro.

Hacia los orígenes:

Primero una aclaración: Por regla general los países no utilizan el oro cómo moneda. Creo que es válido para todos los países, pero siempre puede aparecer el sujeto random que encuentra que, en x ciudad de x continente la gente intercambia bienes y servicios utilizando monedas de oro. Lo dudo, pero demosle el beneficio de la duda.

Aclarado eso, los intercambios, tanto dentro de las naciones, cómo entre naciones, se suelen realizar en monedas nacionales. Por lo general, las que alcanzan el status de divisas (como lo son los dólares, euros, yenes, libras, etc.), son monedas que provienen de grandes economías, y que permiten intercambiar bienes y servicios entre naciones. A nivel subnacional es raro encontrar intercambios que se realicen por fuera de las monedas nacionales, aunque en Argentina, la inestabilidad de nuestra moneda, en los últimos años, ha devenido en la creciente consolidación de un sistema bimonetario donde el dólar es utilizado para la compra de ciertos bienes (inmobiliarios) o cómo reserva de valor.

pero esto es un artículo sobre el oro. ¿Que hago hablando de dólares, pesos y cosas así?… Creo que era necesario una aclaración sobre eso, antes de sumergirnos en algo que se suele vincular a las monedas, cuando no es necesariamente así, dijimos que vamos hacia los orígenes así que hacia allí tenemos que ir.

En contra de la opinión mayoritaria en mi disciplina, el oro no es la moneda natural de la humanidad. Ya he contado en otro artículo que el mito del trueque es solo eso, un mito, pero haré una salvedad en este punto, dentro del modo de producción capitalista el oro es la moneda natural, Puede parecer contradictorio pero no lo es tanto. Cómo dice Wray, al ser el dinero anterior a la invención de la escritura, su origen real está probablemente perdido en las arenas del tiempo. Pero sin embargo, si podemos tener un recorrido bastante acertado sobre la relación entre el oro y el sistema capitalista. Volveremos a este punto más adelante.

Dije que el oro no es la moneda natural de la humanidad (esto es, si entendemos a la moneda cómo una mercancía particular que permite el intercambio) esto lo podemos comprobar con un breve recorrido histórico (falible, dado que no soy historiador). 

Siguiendo el planteo de David Graeber en su libro “en deuda” encontramos que los primeros registros que tenemos sobre la existencia de algo que podamos denominar dinero, se encuentran en 3 lugares históricos diferentes, pero vamos a nombrar solo uno, Sumeria. En este periodo histórico, las deudas se registraban en los templos (quienes eran los que acumulaban los metales preciosos y los tributos en general) se nominaban por lo general en barras de plata, pero lo habitual era que solo funcionará cómo unidad de cuenta. Con la caída de los grandes imperios, el oro y la plata comienzan a ser utilizados cómo moneda para intercambiar. El primer registro en el cercano oriente son las monedas que mandó a acuñar Creso, para pagar mercenarios griegos. Este cambio de deuda a oro se explica lógicamente por los beneficios innatos que tiene el oro, es fácil de fundir; transportar; no es sencillo de falsificar y es bastante resistente. Ideal para un mundo que se disputaba entre mercenarios. 

Esta sucesión entre oro cómo moneda y oro cómo unidad de cuenta, se va a ir sucediendo a lo largo de la historia occidental hasta el surgimiento del capitalismo, donde, ya veremos que también parece replicarse. Sin embargo, encontramos que otras civilizaciones usaron otras mercancías cómo dinero: Los indígenas del pacifico usaban caracoles; los reyezuelos de Gran Bretaña usaban personas cómo unidad de cuenta; en los restos del imperio carolingio se usaba una moneda cómo unidad de cuenta, una moneda que no se acuñaba. Por lo general, la paz y estabilidad daban pie a la generalización del uso de medios de cambio centrados en las relaciones de deuda, y por el contrario, la inestabilidad daba lugar al auge de los metales preciosos cómo medio de cambio.

El oro durante el capitalismo:

Sin embargo, para el capitalismo si es central la existencia del oro cómo moneda natural. Al ser un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción, y la competencia, necesita un patrón que le sirva cómo base para su estabilización. Este rol a veces lo puede cumplir el Estado, a veces no, dependiendo del contexto internacional.

Solo tomando lo acontecido en los Siglos XX y XXI, vemos que tenemos dos momentos diferenciados en la actitud de los Estados, en relación al oro. El primer momento se lo vamos a asignar a la vigencia del Patrón oro, el segundo momento es el que se suele denominar de flotación dirigida, pero vamos a reconocer en este, dos periodos: La vigencia de Bretton Woods, y la ausencia.

El Patrón oro, fue el régimen vigente para dirigir el Sistema Financiero Internacional durante gran parte de la primera mitad del siglo XX. Cómo su nombre lo indica, el oro servía cómo base para el dinero. Los países podían emitir dinero, solo mientras tuvieran oro de reserva que lo respaldara, y cada moneda que estaba en circulación, representaba directamente un valor en oro. Esto es, actuaban cómo signo del valor. En cuanto a cómo se definía el valor del oro, diremos que, para darle una base material, se establecía en relación al trabajo promedio necesario para su extracción y puesta en circulación.

Este patrón, se desarrolla sobre todo bajo la hegemonía mundial del Imperio Británico, que encabezará sucesivamente las dos revoluciones industriales, y tendrá el poco loable privilegio de invadir a casi todos los países del globo, en algún momento de su historia. Bajo la hegemonía británica se expandió el comercio mundial; se comenzó a diagramar la división internacional del trabajo con áreas de influencia. Esto derivó en el imperialismo que posteriormente funcionó cómo detonante de la primera guerra mundial.

Para que este sistema funcione, es claro que el reparto de las reservas mundiales de oro debía estar repartido entre los diferentes países, para poder posibilitar el comercio. Si bien, no encontré datos de las tenencias de oro en ese momento, si entiendo que los autores clásicos lo veían de manera similar. De hecho este reparto del oro entre países para comerciar, es el que permite el desarrollo de la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo, en reemplazo de las ventajas absolutas que había postulado tempranamente Adam Smith.

Ahora bien, las dificultades de este sistema, es que funciona bien en tanto las necesidades económicas puedan ser compensadas por la cantidad de oro en poder de quienes emiten el dinero. Sin embargo, la llegada de la gran guerra con sus necesidades financieras asociadas, derrumbó este sistema. Los Estados rompieron la convertibilidad con el oro, para poder financiar sus gastos militares con emisión, y EEUU aprovechó para apoderarse paulatinamente de una cantidad mayor de las reservas de oro que se encontraban dispersas en el mundo. Luego de la guerra, hubo un intento de volver al patrón oro que fue rápidamente abatido por la crisis del 30, quedando, después de este momento, cómo un recuerdo del pasado.

La flotación dirigida en cambio, no necesita una mercancía para garantizar su valor. Las diferentes monedas de las naciones se fijan a una tasa de intercambio para garantizar las transacciones entre países, pero cómo ya dijimos, este sistema va a tener dos momentos.

El primer momento es el que surge con Bretton Woods. EEUU, que surge cómo el gran ganador de la segunda guerra mundial en el mundo occidental, logra imponer (superando al planteo de la delegación británica encabezada por Lord Keynes) un nuevo sistema financiero internacional que, sucintamente, se ordenaba fijando una paridad de las diferentes monedas nacionales al dólar, y fijando el dólar al oro a un valor fijo de 35 dólares por onza. Resumiendo esto es: Todas las monedas se intercambian a un valor fijo con el dólar y solo este se puede convertir en oro, es cómo un patrón oro indirecto, pero solo en apariencia.

Este sistema funcionó bastante bien, dando lugar a lo que posteriormente se conoció cómo los 30 años gloriosos del capitalismo, un periodo de expansión sostenida de la economía, en que el optimismo reinante daba pie a pensar que el mundo sería paulatinamente mejor. En economía vemos el ascenso de los autores del desarrollo, que comienzan a plantear cómo lograr la convergencia. Esto es, cómo lograr que todas las naciones del mundo converjan a un nivel económico y de bienestar similar.

Sin embargo, no todo es color de rosa, este sistema funcionaba en tanto EEUU pudiera sostener la paridad con el oro, pero cómo bien lo relata Perón en este video, esta paridad se fue rompiendo. Por una parte, la deficiente balanza comercial de EEUU con los países de su bloque, que se encontraban en pleno desarrollo producto de una caída relativa de su productividad, sumado a las necesidades de EEUU de financiar la guerra de Vietnam, minaron el monopolio estadounidense sobre el oro. Las amenazas de De Gaulle, de convertir sus reservas en dólares en reservas en oro, sumado al desequilibrio anteriormente relatado, sellaron el destino de este sistema, sepultado definitivamente con el anuncio de Nixon de declarar la inconvertibilidad del dólar al oro, y devaluando su moneda en paralelo. Ahora el dólar solo era una promesa de recibir dólares, y no oro.

Luego de la caída de Bretton Woods, no se volvió a lograr articular un sistema financiero internacional, principalmente por las reticencias de EEUU, de funcionar cómo prestamista de última instancia del sistema global. Las monedas se comenzaron a fijar libremente entre ellas, a tasas que se busca que sean medianamente acordadas (no es nuestro caso), para evitar competencias desleales por vía de las devaluaciones competitivas (las que se conocen cómo devaluaciones que empobrecen al vecino). Esta ausencia de un sistema financiero, dio lugar a una inestabilidad inherente, que la vemos en las sucesivas crisis que han asolado a la economía internacional en los últimos 50 años. 

La inestabilidad y el oro:

Dado este panorama, es que el oro vuelve a ser un activo importante para las naciones. Esto no es porque tenga una naturaleza especial que le permita ser considerado una moneda (de hecho más que moneda es una reserva de valor), sino más bien porque las necesidades de nuestro sistema, requieren que exista.

Para ver esto un poco más claro, sugiero que volvamos a Marx. En el capítulo 1 del capital (o el 2 o el 3, no lo volví a revisar para ver en que pagina lo desarrolla) cuando nos relata el surgimiento del dinero-mercancía, Marx atisba que por sus características peculiares, el oro es el que puede prestar su forma de valor al resto de las mercancías, para que estas puedan expresarse. Todo lo que consumimos, expresa su valor en oro, y por esto mismo es que, este pierde valor para expresarse a sí mismo. Pero en su lugar, gana el poder de expresar el valor del resto de las mercancías. Al tener este poder, es que puede definir el valor de la mercancía que guía al sistema, la única que genera valor: La fuerza de trabajo. Y esta posibilidad dominar al trabajo es la que lo convierte en una mercancía única.

Ahora bien, Marx nos anticipa que, para facilitar la circulación de mercancías, es que surgen signos de valor (cómo el dinero fiduciario) que permiten una mayor eficiencia en la esfera del intercambio. Pero este signo de valor, sólo refleja el valor que debería estar representando el oro. En momentos de estabilidad, es que el dinero fiduciario puede circular libremente, aún cuando no represente ningún valor de oro directamente, sí lo representa indirectamente.

Pero cómo ya nos enseñó Keynes hace casi 90 años, la estabilidad está muy vinculada con las expectativas, y estas suelen ser volubles, por lo que solo la existencia de una guía es la que permite que se las dirija hacia buen puerto. Esta guia, hasta ahora, solo puede ser representada por los Estados. Y entre los Estados, el primus inter pares, es EEUU. Entonces es cuando EEUU dirige las expectativas mundiales, cuando el dinero fiduciario puede circular libremente alimentando la tasa de ganancias. Y esto lo puede hacer en tanto su rol cómo potencia hegemónica se mantenga firme. Sin embargo esta no es la realidad de los últimos años. El desarrollo del capitalismo se ha vuelto paulatinamente más inestable, desigual e injusto. El fin de Bretton Woods, también es el cambio de las preocupaciones de los Estados, quienes dejan de preocuparse por el pleno empleo para abordar a la inflación cómo el problema principal.

Conclusiones:

Dado este panorama, es que los Estados se vuelcan al oro cómo reserva de valor, la crisis en la hegemonía mundial tiene su correlato en la ausencia de un Sistema Financiero Internacional coherente. ¿Es lógico apostar nuestras reservas al valor de una moneda de un país que está perdiendo la carrera económica? Sin duda es debatible. Hoy EEUU sigue siendo el principal país en cantidad de reservas de oro. De hecho casi el 77% de sus reservas internacionales son lingotes de oro. Alemania es el segundo país con una relación similar, pero con mucha menor cantidad de oro.

Cuando se fundó el Banco Europeo, existía la idea de que el oro había perdido su encanto cómo reserva de valor, sin embargo se construyeron parte de sus reservas en lingotes de oro. En momentos de crisis los países tienden a aumentar su stock de metales preciosos, lo que se ve reflejado en los ciclos alcistas que experimentan estas materias primas en cada periodo de crisis que afrontamos. Para tener una idea, desde el fin de Bretton Woods, hasta hoy, el valor del oro pasó de 35 dólares la onza, a 1784 dólares la onza: Un incremento del 5000%.

Algunos autores (cómo Astarita) plantean que el precio del oro nos está mostrando en realidad el precio del dólar, esto es, cuando el dólar estadounidense se consolida (lo que implica una consolidación de su economía) el valor del oro tiende a caer. Esto no es otra cosa que la apreciación del dólar. EEUU se fortalece, y el oro cae. Sin embargo, cuando EEUU se debilita, el valor del oro crece (lo que implica en espejo, que el dólar se deprecia). Lo que no deja de ser paradójico, dado que al ser EEUU el principal tenedor de lingotes del mundo, la caída del precio del oro debería afectar en lugar de mostrar su fortaleza.

Ante este escenario es que nuestra posición cómo país se encuentra expuesta, con las 60 toneladas que marcamos al principio, estas representan solo el 6,6% de nuestras reservas internacionales, por lo que estos ciclos alcistas del oro no nos terminan beneficiando del todo, y estamos más expuestos a las fluctuaciones del dólar. ¿Quiere decir esto que el camino es la conversión de nuestras reservas de divisas a oro? Para nada, las ventajas o desventajas de esta opción dependen del contexto internacional. La experiencia histórica demuestra que con altos niveles de integración mundial, es poco recomendable la caída en sistemas tan poco flexibles cómo lo es el Patrón Oro.

Pero, la ausencia de un Sistema Financiero Internacional que regule las relaciones comerciales entre naciones, es preocupante. La mayoría de las crisis de confianza; las corridas cambiarias, y las crisis económicas en general, se hubieran resuelto, si EEUU hubiera actuado cómo prestamista de última instancia, ocupando el rol de responsabilidad que le corresponde por ser la primer potencia internacional. Sin embargo, EEUU ha elegido beneficiarse de su rol, pero sin atender las responsabilidades que este rol implica.

Diogenes Keizaikoa

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