Fariseo Fernandez: la carátula de la nueva gran Argentina.

En los últimos días las redes sociales y los medios tradicionales se colmaron con la noticia de que el ex-presidente Alberto Fernandez atentó contra la integridad física y psicológica de la entonces primera dama Fabiola Yañez.

Una ocasión que el circo mediático del gobierno de turno no tardó en aprovechar.

Durante el comienzo de la cuarentena, Alberto Fernandez se erigió como el duque de la decencia política y con mucho rigor llevó a la nación Argentina a un nuevo rumbo donde la hospitalidad política volvía -si se quiere- a abrazar a las masas argentinas mostrando un antes y un después de la gestión macrista, este ‘abrazo’ no fue nada más que demostrar la presencia de un Presidente comprometido con su pueblo ante una pandemia como fue la del Covid-19.      Pero aún así, en la post pandemia, se pudo ver la flagelación de sus valores como socialdemócrata, siendo presidente del Partido Justicialista, cargo que se le otorgó para que demostrará un poco más en espíritu lo que le faltaba en la mística,[1]  cargo que no fue suficiente para reanudar su postura política ya que se empezaba a carcomer su envestidura entre propios y ajenos, de esta manera quebrantó aún más el ya fraccionado espacio del PJ y de las Unidades Básicas a lo largo y ancho del país.

No le hizo falta estar preso para ser glorificado cual Mandela, por el simple hecho de ser un Gandhi en la toma de decisiones, y dar marcha atrás luego de concretarlas. Durante ese lapso, ser políticamente correcto le jugó demasiado caro, y después también, el impuro cuadro político quedó a la deriva precisamente en 2021, cuando los acuerdos con el FMI no fueron para nada los esperados. Recordemos que esta fue una de las principales razones por la cual Cristina Fernandez de Kirchner decidió ponerlo como candidato a Presidente. Pero al decir esto, desmiento lo que ya se suponía a través de los medios tradicionales y del pensamiento peyorativo del momento; Alberto no era un títere de Cristina. Lo demostró apenas cumplió el primer semestre de mandato, en el cual ya había perdido cierta mística peronista, pero aún así los que por convicciones estábamos presentes en las unidades básicas sabíamos que era la mejor opción para votar en ese momento, porque en términos objetivos lo fue. Quizás Roberto Lavagna hubiese corrido con más suerte, pero estaba lejos del sillón presidencial y el desencanto macrista apostó nuevamente por volver a sentir la década ganada. 

Ante los últimos hechos completamente repudiables, la justicia hará lo que tenga que hacer por la violencia ejercida hacia Fabiola Yañez. Pero también el pueblo argentino es partícipe de este despilfarro ético, y dándole sentido al título de la presente columna; el Fariseo Fernandez, como todo fariseo ostentó poder y autoridad sin cumplir la ley y en su espíritu presidencialista y político tuvo omnipresencia ante los hechos de la moral y la ética. Macri fue más digno porque nunca ocultó ser lo que era, el actual presidente también.

Alberto Fernandez no es el ultimo imprudente de la política Argentina, ni tampoco el último hipócrita de la misma, hay repertorio, obviamente que no de esta índole habiendo maltratado a su esposa y ejerciendo el bastón presidencial, hizo de la Casa Rosada y de la Quinta de Olivos un puticlub.
Partiendo de esta base, de la hipocresía y la imprudencia política, que no quede atrás la inmensidad de accionares políticos de los que están de turno profanando la patria misma, sin necesitar de una SIDE que les revise los teléfonos, hacen público tanto por redes sociales como a través de las respuestas del imberbe del vocero Manuel Adorni sobre las canalladas que hacen siendo funcionarios públicos y ejerciendo el derecho de la voz y del voto en el Congreso nacional.

Esta misma semana los diputados y diputadas de la Libertad Avanza: Guillermo Montenegro, Lourdes Arrieta (hija de represor Tomás Arrieta), Beltrán Benedit, Fernanda Araujo y Alida Ferreira visitaron a 13 genocidas que fueron (entre tantos otros) quienes atentaron contra la dignidad de los argentinos y las argentinas durante el Golpe cívico militar efectuado en 1976 y que proscribió con la guerra de Malvinas.

¿Con qué fin? con el fin de menoscabar en la memoria por lo acontecido. Queriendo figurar a esos hoy ancianos como pobres víctimas del estado democrático (según la ley política de Milei, la decadencia vino con la democracia) intentando de esta manera que no solo se les reduzca la condena, lo cual no pasará, pero sí lograr que pasen sus últimos años cómodos en su casa cuando por sus manos y las de otros corrieron la vida de más de 30.000 desaparecidos. Siendo consecuentes en el robo y expropiación de bebés como por ejemplo Adolfo Donda que fue visitado, sumando la tortura inhumana y la violación de mujeres en los centros clandestinos. Ahora, estos mismos genocidas quieren correr con la suerte de que la justicia y la sociedad tengan compasión por temas de seguridad en su integridad física y moral de los Derechos Humanos, algo más psicótico no se consigue.

Es superlativo reclamar no más presidentes doble vara en la política, esto escapa de las manos de los ciudadanos pero no de las cúpulas que lo eligieron, en ese contexto (2019) nadie tenía idea de quién era verdaderamente Alberto Fernandez. El mismo traía nuevos aires ante la negligencia de Macri, todo lo acontecido solamente resta convocar a la conciencia de los dirigentes a la hora de apostar a quien se le da el poder. Pero sobre todas las cosas, memoria, ante todos estos hechos que se estuvieron perpetrando en la semana y que estas disyuntivas no se ejerzan solamente en un espacio político. Como dijo Malena Galmarini y hoy Cristina Kirchner ‘’la violencia no tiene bandera partidaria’’ aplicando a la hipocresía mediática y partidaria, Nunca más.


Finalmente, me parece pertinente hacer mención a el hecho del asesinato de Susana Montoya, esposa de Ricardo Fermín Albareda detenido-desaparecido en Cordoba. Hecho por el cual su hijo hoy esta imputado como sospechoso del asesinato, traigo este caso al finalizar esta columna para reflejar la impunidad con la que se siguen manejando los herederos ideológicos del golpe militar. Una vez más memoria, verdad y justicia.

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