Para saber a donde vamos, hay que saber quiénes somos.
En este año tan complejo que se viene, entre la reconstrucción argentina y la recomposición de todos los estratos sociales, seguimos intentando acompañar con debate y construcción el proceso social.
Si hay algo que caracteriza a la política rionegrina es la rosca previa a las elecciones, muy previa, 8 meses antes ya están discutiendo los y las dirigentes de todas las fuerzas políticas quienes deberían (o no) ser candidatos. Se debe tal vez a los pocos lugares que se ponen en juego o a la avaricia de algunos referentes que “cuando termina una elección se ponen a pensar en la siguiente”. Notas en los medios, encuestas, publicaciones en redes sociales es una parte de la gran especulación que serán las elecciones intermedias de este año, el cual nos complica la vida a quienes militamos la transformación social desde abajo.
Por otro lado, los comedores, merenderos, clubes de fútbol, juntas vecinales, vecinos y vecinas organizadas, sindicatos y demás, trabajan para buscar la forma de aliviarle a la gente el gran peso de la pandemia. La falta de trabajo, la precarización en la salud y la poca organización educativa que hay son los determinantes más importantes en nuestra provincia para la gente. Agregando las distintas problemáticas estructurales como la falta de planificación en transporte, tierra y vivienda, servicios en general, trabajos precarizados o informales y otras cuestiones no menores que surgieron como una problemática en la pandemia como la cultura, la conexión a internet, etc.
Las distintas formas de organización comunitaria que fueron surgiendo a lo largo de la pandemia trajeron una nueva visión de política: la militancia social ya es una forma de organización social. En distintos barrios la gente fue armando emprendimientos que luego se fueron fusionando con otros o bien colaborando para poder generar un ingreso más viable. Las puertas que se abrieron para darle de comer a la gente, son las puertas de los mismos vecinos y vecinas del barrio. Se reemplazó de alguna manera al Estado como herramienta que pueda contener las necesidades de los vecinos y vecinas y se coinvirtió en un aparato burocrático para acceder a ciertos beneficios que no apuntan de lleno a la producción.
Todo esto nos hace pensar: ¿qué rol tiene la militancia en una provincia que tiene como única política de estado la destrucción de todo el aparato productivo/educativo? Sin dejar de criticar a nuestro tan militado gobierno nacional, que pretende que salgamos a militar con las manos vacías mientras nos tragamos todas las opiniones. Opiniones que no solo tienen que ver con la asignación de presupuesto, sino con la cooperación que debería tener toda la militancia organizada de parte del gobierno nacional y con militancia organizada me refiero a todas las personas, independientemente de su bandera, que estuvieron toda la cuarentena conteniendo a vecinos, vecinas, compañeros y compañeras.
Claro que es difícil pedir recursos, programas y otras cosas a un gobierno nacional que baja directamente el presupuesto a un gobierno provincial que nos golpea cuando, donde y como quiere. Sin contar la falta de articulación interna, el Frente de Todos en la provincia no organiza en el pleno de sus organizaciones, no hay trabajo conjunto, pese a la gran cantidad de militantes que sostenemos este proyecto. Sin embargo surge, desde los lugares menos pensados, un reclamo fuerte de las bases militantes sobre la organización interna de nuestra alianza electoral.
Si hay algo claro, es que las discusiones de la dirigencia y de la militancia están a destiempo. Sobre todo las cuestiones que surgen de la acción política diaria, a las que tenemos que apuntar si queremos dar un cambio profundo desde lo social, lo político, lo cultural, etc. Hay que dar una nueva perspectiva, como militantes, para poder llevar las discusiones que nos encontramos a diario en el territorio, hay que poder retomar el proyecto político que tenemos para mejorarlo y poder hacerlo carne en cada punto de la provincia. Hay muchísimos ejemplos claros de organización comunitaria, de los que deberíamos estar aprendiendo y no ir a visitarlos una vez por mes con el mismo discurso.
Pero bueno.
Se acerca marzo, un mes movido para aquellos y aquellas que solemos estar en la reuniones previas, organizando las marchas del 8, 24 y lo que surja. Y por supuesto, a lo lejos, se vienen las elecciones y nadie sabe cómo las vamos a militar, en un año donde la pandemia pegó fuerte y es necesario recuperar la mayoría en el congreso. Para ayudar con el objetivo de recuperar la mayoría en las elecciones, primero tenemos que apuntar a generar una mayoría territorial, estar codo a codo con los vecinos y vecinas que son potenciales factores de deliberación social. Así que volvemos a lo mismo, a pisar la tierra, a conectarse con los compañeros y compañeras que se perdieron entre los nombres de los afiliados al PJ y también a quienes no están tan cerca.
A ese famoso “campo nacional y popular” tenemos que apuntar, pero no al que es un par de sellos de izquierda a centro-derecha, sino al que está realmente en el campo popular. Apuntar a formar dirigentes en cada punto de nuestra patria es algo importantísimo, ¿dónde están los cuadros políticos? ¿Dónde los formamos?
Los cuadros políticos, concepto perdido pero fundamental en nuestra doctrina, son los que van a poder construir un espacio que pueda competir contra todo el poder económico y mediático de los dueños de la provincia. La formación de cuadros en los barrios, sindicatos, centros de estudiantes tiene que ser un claro objetivo para nuestra fuerza, fuera de ello estaríamos condenamos a los y las jóvenes que hoy levantan las banderas del justicialismo a convertirse en los “che pibe” de los que ocupan cargos. Esto lleva indefectiblemente a hacer crecer la discusión interna partidaria, a que más compañeros y compañeras pidan internas, congresos, unidades básicas abiertas, en síntesis más lugares de encuentro y discusión.
Además de formar políticamente, tenemos que poder construir un proyecto local para cada ciudad y pueblo de nuestra provincia, que luego se traduzca en un programa provincial que incentive a la producción, la generación de empleo, la transformación y adaptación de la educación pública, la modernización y profundización de la salud pública, que incentive el desarrollo de la ciencia y técnica, que democratice el acceso a la tierra, vivienda y servicios básicos, entre otras tantas cosas. Pero un programa que contenga todo eso, debe tener una gran discusión y participación de cada uno de los sectores que conformamos esta alianza. Discutir es la forma más eficaz hasta el momento de construir un proyecto y llevarlo adelante.
Por supuesto necesitamos empezar a limar bastante las gestiones, con todo lo que significa eso: articular, juntarnos con gente que no queremos tanto, recorrer y estar siempre a disposición de los compañeros y compañeras. Hay formas, y creo que varias, de darle un contenido fuerte al pésimo contexto que tenemos, pero es con todos, todas y todes.