Algunas consideraciones sobre el libre comercio.

Nota de análisis económico por Diógenes Keizakoa.

¿Cuál es el origen de la riqueza de las naciones? Adam Smith, buscando responder esta pregunta sentó las bases de toda una disciplina, que pasaría a llamarse economía política, y economía a secas, cuando la revolución marginalista intentó sepultar a los clásicos, refundando la teoría económica desde la perspectiva del valor subjetivo. Sin duda, no llegaron a su cometido, pero el nombre quedó corto.

la riqueza de las naciones wealth of nations
Christie’s auction of Books and Manuscripts on 12 December in London: Adam Smith’s own copy of the first edition of his magnum opus, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations. This copy was subsequently owned by Homer B. Vanderblue, the pre-eminent collector of Adam Smith of the first half of the 20th century. 20/11/18

Dentro de las respuestas que encontró Smith, la división del trabajo se vuelve la variable explicativa, y de hecho, explica bastante. Un breve repaso: Pensemos en la sociedad primitiva que nos presentaba Smith para explicar los beneficios de la división del trabajo. Cada uno de nosotros, tenía que proveerse los medios para subsistir, vivir más o menos al día, cazando o recolectando lo que fuera necesitando. Un día, uno se da cuenta que es mejor cazando y propone cazar para la comunidad; otro, nota que es bueno haciendo arcos así que procede a ocuparse de su fabricación, y así cada uno de los integrantes de la comunidad se van especializando en alguna actividad. Al especializarse producen más de cada bien, pero es claro que deben encontrar una manera para que los bienes se repartan entre ellos, así surgirá un comercio primitivo entre los miembros de la comunidad.

Sin duda esta explicación es sencilla, pero bastante errada históricamente; las comunidades primitivas si se especializan individualmente en aquellas actividades que les permiten obtener los bienes y servicios necesarios para vivir, pero no comercian entre sí. Cómo no hay comercios dentro de las familias, imponen una serie de reglas que les permitan distribuir esos bienes para que la comunidad se puede beneficiar en conjunto.

Pero esta breve explicación, nos da pie para entender el comercio entre naciones. Así como las personas al especializarse pueden producir más, que si se dedicaran a producir todos los bienes, las naciones también pueden especializarse para producir más y abastecerse de aquellos bienes que necesiten, comerciando con otras naciones, tras lo cual, el saldo global debería ser positivo.

Bajo esta premisa, es que Adam Smith propone que las naciones comercian debido a las ventajas absolutas y, en pocas palabras, reza que si una nación es más eficiente que el resto en producir un bien, y el resto de las naciones son más eficientes que está para producir el otro, lo lógico es que se centren en producir el bien en que son más eficientes, y obtengan el otro comerciando. Veámoslo con un ejemplo del libro de economía internacional de Pugel que es más claro.

Pugel supone dos economías: EEUU, y el resto del mundo. Y dos bienes: tela y trigo. Supone que el resto del mundo es más eficiente que EEUU en la producción de tela, y EE UU más que el resto del mundo en la producción de trigo, al ser más productivo EEUU en la producción de trigo le conviene centrarse en producir este bien e importar la tela. De esta manera, se produce más tela y trigo y todos se benefician, el precio al que se van a intercambiar, va a depender de la cantidad de trigo y de tela total que se produzca. Este razonamiento lo vemos en el siguiente cuadro:

Fuente: Pugel, Economía internacional, p. 38

Cómo vemos si cada nación se dedicara a producir todos los bienes, producirían menos. Esto lo vemos con un ejemplo, supongamos que EEUU y el resto del mundo tienen 100 horas de trabajo disponibles solamente. EEUU puede producir 25 metros de tela, o 50 de trigo, o bien una combinación entre ambas, el resto del mundo, en cambio, puede producir o 100 metros de tela o 40 quintales de trigo, en total sin comerciar producen 125 metros de tela y 0 trigo o 90 de trigo y 0 tela o combinaciones entre estas cantidades. Pero si comercian y se enfocan en aquello en lo que son más eficientes pueden producir 100 metros de tela y 50 quintales de trigo al mismo tiempo.

Todo muy lindo, pero si EEUU fuera más eficiente que el resto del mundo en producir tanta tela cómo trigo, ¿cuál sería el beneficio para el resto del mundo de comerciar con EEUU? A priori ninguno, porque EEUU es más eficiente en los dos rubros, por lo que, de comerciar, toda su producción debería ser importada.

Ricardo responde a esto con una reformulación de las ventajas absolutas que denomina ventajas comparativas. En este caso, por más que EEUU sea eficiente en ambas producciones, el resto del mundo tendrá incentivo para comerciar igualmente, veamos cómo sigue:

Fuente: Pugel, p. 39

En este caso, el resto del mundo es más eficiente que EE UU en ambos bienes, pero Ricardo le da una vuelta de tuerca y propone que veamos los precios, esto es algo un poco más confuso para quienes no estén cercanos a la disciplina, o bien no les guste la matemática, así es que, brevemente, lo que va a hacer Ricardo es enfrentar los bienes entre sí en cada país, y establecer los precios relativos, esto es: Cuanto vale un bien en relación al otro. Bajo este procedimiento podemos decir que, en EEUU, cada metro de tela se va a poder intercambiar por 2 quintales de trigo. Usando el mismo procedimiento en el resto del mundo vamos a tener que cada metro de tela se va a intercambiar por 0,67 quintales de trigo, por lo que, los precios relativos van a quedar expresados cómo indica el siguiente cuadro:

Fuente: Pugel, p. 40

En economía, esto implica que tenemos dos precios diferentes para cada bien, esto da espacio para el arbitraje, que no es otra cosa que comprar donde es más barato, para vender donde es más caro, el arbitraje va a existir hasta que los precios se unifiquen. Y esto se va a dar en un punto entre los extremos: Para la tela será entre 2,0 quintal/metro y 0,67 quintal/metro; y en el caso del trigo, entre 0,5 metro/quintal y 1,5 metro/quintal. Por lo cual, asumiendo que son nulos los costos de comercio, los dos países pueden beneficiarse del comercio por medio del arbitraje, aún cuando uno es más productivo de manera absoluta que el otro. Esta visión se va a complejizar con el modelo de Hecksher-Ohlin, que pone el acento en la abundancia relativa de factores de producción en la definición del patrón de comercio. Por ejemplo, Argentina, al ser abundante en recursos naturales se debe especializarse en la producción de materias primas para exportación importando bienes que sean producidos en países con abundancia de otros factores cómo el capital o el trabajo.

¿Qué pasa si abandonamos esta idea de la economía del trueque, y vamos hacia una economía monetaria? ¿Cambia algo en el modelo de Ricardo? Ricardo va a decir que no. Supongamos que las exportaciones e importaciones se hacen comerciando con oro: Si un país tuviera una balanza comercial deficitaria entonces para pagar sus importaciones tendría una salida constante de oro hacia el país con la balanza comercial superavitaria. Este segundo país al tener más oro a disposición entraría en un ciclo de inflación y el primer país en un ciclo de deflación, por lo que, en el largo plazo, el proceso se invertiría, lo que implica que, bajo esas condiciones, ningún país puede ser permanente deficitario y quedarse sin oro para producir.

Marx va a ser el primero en criticar esta visión de Ricardo dado que el segundo supone que todo el oro que entra a un país se mueve hacia la esfera del intercambio, por lo que asumiendo constante la producción el excedente de oro, deriva en una caída de su precio, y esto ignora su valor de uso. Marx, tomando en cuenta esto, nos llama la atención de que, el excedente de oro que obtiene un país por sus ventajas de productividad, bien se pueden volcar a la producción de bienes suntuarios o atesorarse, perpetuando de esta manera la balanza deficitaria de un país y llegado el caso hacer que se quede sin oro y se endeude terminando en una relación de dependencia, donde un país se favorece de las debilidades del otro.

Otra crítica al modelo de Ricardo, es que, en términos reales, las ventajas comparativas no terminan definiendo los patrones de comercio de los países, estos parecen ser más similares a las ventajas absolutas que indico Smith en un comienzo. Lo cual, tiene sentido, dado que, si los precios de los productos se relacionan con el costo necesario para producirlos, aquellos lugares donde sea más barata su producción, podrán imponer precios menores e imponerse en una economía capitalista sobre la competencia.

Luego también, debemos pensar que los precios no son estáticos en el tiempo, sino que se ven influenciados por la evolución de las condiciones de producción. Vemos en América Latina, durante el siglo XX, un ejemplo de esto con el deterioro de los términos de intercambio que enunció Prebisch desde la CEPAL, y que fue la base sobre la que se desplegaron parte de los teóricos de la dependencia. Prebisch, empíricamente encontró que en las relaciones comerciales entre AL y los países industrializados, paulatinamente se fue produciendo un deterioro de los términos de intercambio desfavorable para nuestra región. En términos relativos y, grosso modo, encontramos que al comienzo podíamos cambiar un tren por 1 tonelada de trigo. Pero, tiempo después, debimos pagar 2 toneladas de trigo por el mismo tren, y así con cada producto industrial que debíamos adquirir en el exterior, haciendo que cada vez debiéramos producir más, para adquirir menos bienes. Lo que es insostenible en el largo plazo.

Para explicar esta situación, se desarrollaron varias hipótesis: La falta de productividad en el sector rural; la competencia mundial entre productores de materias primas, etc. Una de las explicaciones más sencillas reza que, por lo general, las innovaciones en materias primas son innovaciones en el precio. Esto es, cuando surge una innovación, se refleja inmediatamente en el precio haciendo que caiga, esto no es así en los productos industriales, que al introducir productos nuevos pueden cobrar un sobreprecio, por lo que la ganancia de innovar se ve en un precio mayor y no menor (por lo menos hasta que la innovación no sea adoptada por la mayoría de los productores).

Otra situación interesante de ver, es que las ventajas comerciales pueden ser naturales o adquiridas. Las primeras son aquellas que vienen dadas por la bendición de ciertos recursos abundantes, cómo puede ser el petróleo o la fertilidad de la tierra, mientras que las segundas se vinculan con el desarrollo de ciertas habilidades especiales cómo puede ser la producción de bienes de alto contenido tecnológico. El chiste de esto, es que las ventajas adquiridas implican precios relativos superiores, pero requieren un nivel de investigación y desarrollo que debe ser sostenido a lo largo del tiempo.

Relacionado con lo anterior es que, en los albores del capitalismo industrial, Hamilton en EEUU y List en Alemania comenzaron a elaborar el concepto de industria naciente para oponerse al liberalismo británico (potencia hegemónica del momento). Este concepto declara que, en los momentos iniciales de producción, las industrias deben ir aprendiendo y ganando escala para poder aumentar su productividad. Llegado un punto, el saber hacer o know how les permite a las empresas insertarse en mercados más grandes. Esto no sería posible en una economía de libre comercio mundial, dado que las industrias nacientes al no tener protección se verían arrasadas por las industrias maduras, que no le permitirían alcanzar su nivel de desarrollo necesario para consolidarse.

Profundizando en este debate, también es cierto que la pérdida de habilidades en la producción de ciertos bienes perpetúa las relaciones de dependencia. Wolf comenta que cuando los colonos europeos se relacionaron con las poblaciones nativas en Norteamérica, el comercio de pieles terminó devastando el resto de las producciones que existían en el territorio, dado que los obligó a especializarse en la caza dejando de lado otras actividades económicas cómo la producción de comida, por lo que, en el largo plazo, los lazos de comercio se volvieron lazos de dependencia.

Yendo hacia Asia, encontramos a los tigres asiáticos que son un ejemplo de la puesta en práctica de los principios de la industria naciente. Corea del Sur, por ejemplo, en un período signado por una dictadura brutal, género las condiciones para que ciertas empresas industriales se fueran desarrollando, limitando la competencia extranjera, hasta que su propia industria fuera lo suficientemente madura para poder competir sin ser arrasada por las textiles inglesas, por ejemplo. El avance industrial en Corea del Sur terminó arrastrando a toda la economía a un ciclo de innovación que la fue posicionando cómo potencia industrial emergente en pocos años, mejorando su productividad y desplazando a naciones desarrolladas en la producción de ciertos bienes industriales. Sin embargo, esto tuvo un costo humano, dado que se realizó bajo la explotación extrema de la clase obrera, Corea del Sur, cómo toda nación que se sostiene bajo los principios de la Industrialización Orientada a la Exportación lograron su objetivo abaratando al extremo el precio de la mano de obra.

Argentina que vivió su momento de mayor desarrollo económico bajo el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), puede dar fe de dos problemas: La restricción externa, que ahoga el ciclo industrial, y la generación de monopolios, que se aprovechan de las protecciones. El primer problema derivó de la falta de innovación tecnológica en el campo, que, al ser organizado en latifundios, tenía pocos incentivos para invertir y aumentar la producción (esto recién se soluciona en los 70 cuando la ISI se encontraba agotada). El segundo problema es complejo, pero fue producto de la falta de competencia. Las restricciones para industrializar al país terminaron generando guetos que eran colonizados por empresas vinculadas al capital trasnacional, que se erigían como monopolios, con poco incentivo para la inversión.

Reflexión final.

Hicimos un breve repaso por las ideas que ponen el centro del desarrollo en las bondades del libre comercio, luego vimos algunas dificultades que el libre comercio enfrenta; introducimos la idea de industria naciente y cómo esto llevó a la industrialización coreana, también vimos algunas dificultades que la protección enfrentó en Argentina. Bajo estos conceptos me gustaría que pudiéramos pensar en estas reflexiones:

Bajo condiciones ideales, el libre comercio es conveniente, porque permite la ampliación de la producción hasta sus límites. Sin embargo, estas condiciones no son las que se dan en la economía real. Los intercambios son entre países, por lo que cada país funciona, de facto, cómo una esfera de intercambio diferenciada con sus propias condiciones de reproducción de capital. Al interactuar entre sí, las condiciones favorables de un país para comerciar, impactan en el resto.

La producción implica un nivel de know how que requiere tiempo en desarrollarse. La destrucción de producciones incipientes, impide la generación de condiciones para la innovación, por lo que el comercio sin trabas, entre naciones con diferenciales de productividad muy altos, termina derivando en relaciones de dependencia, que impiden el despliegue de las fuerzas productivas en los países que parten de niveles productivos inferiores.

De manera paradójica, el exceso de protección, también es un riesgo, dado que termina encareciendo el acceso de bienes para la población, por lo que debe existir un equilibrio entre proteger una industria, y liberarla para que no se vuelva un monopolio interno.

Uno de los problemas centrales del libre comercio, es que, en lugar de ser un juego de suma positiva, es un juego de suma negativa. Esto es, en lugar de ganar todos comerciando, la ganancia de unos es la pérdida de otros. Lord Keynes vio esto, por lo que, en las negociaciones que dieron lugar al nacimiento del FMI y el BM, propuso la creación de una moneda mundial y un sistema financiero que compensara los niveles de déficit comercial entre países. Sin embargo, su propuesta fue ignorada. No viene muy a cuento, pero es interesante mostrar, que el padre de la macroeconomía se preocupó más por el problema, que varios de sus “herederos”.

Sacando la cabeza de la pecera ¿es necesario producir tanto?

Diógenes Keizaikoa

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