De dictámenes blue y bastones largos: crónicas del desprolijo
Congreso de la Nación. 24 de enero. Paro General de la CGT. Foto: Joaquin Escolar.
Tres días de represión y desprolijidad parlamentaria, dictámenes fantasma, firmas en hojas en blanco, reuniones en despachos de congresistas portadores de apellido y un pueblo en vilo por un resultado es como deben describirse estos días en los que el Congreso debate la ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos.
La historia del desprolijo comenzó el lunes 22 cuando el gobierno mandó el dictamen original de 664 artículos con la privatización de todas las empresas estatales, la derogación de la ley de tierras, el aumento de las retenciones a las exportaciones, las facultades extraordinarias al Ejecutivo y el cambio de la actualización jubilatoria. El martes, el dictamen se aprobó en negativo. De las 55 firmas, aportadas en su mayoría por la oposición dialoguista, 34 fueron en disidencia. Esos números alarmaron al oficialismo que, haciendo cuentas, temía por no pasar de diputados.
El miércoles 24 de enero se celebró un nuevo paro nacional. Para sectores del peronismo expectante fue apresurado mientras que para el peronismo combativo fue tarde y quieren más. Mientras en la Plaza de los Congresos se cantaba: “La patria no se vende”, a 10 minutos se estaba cambiando el dictamen previamente aprobado.
En el departamento del Secretario parlamentario, Tomás Figueroa, en Recoleta, los Menem, Sturzenegger y diputados oficialistas retocaron los artículos que no se habían revisado en comisión. Por su parte, los diputados dialoguistas de Hacemos Coalición Federal (HCF), la UCR y el PRO tomaban café y rosqueaban en el Bar La Biela que está en frente del departamento de Figueroa para más tarde entrar en el mismo.
La reunión resultó en la reducción del ómnibus, el nuevo dictamen pasó a tener 523 artículos y bocho el capítulo fiscal, jubilaciones y redujo las privatizaciones.
Los diputados opositores denunciaron que no tenían el dictamen final al momento de sesionar y empezó a gestarse que se iba a votar en base al dictamen aprobado en comisión pero que el final podría ser otro. Miguel Angel Pichetto, líder del bloque de HCF, confirmó esto cuando declaró en el recinto que iban a tener el dictamen impreso a las 16 horas, 4 horas después del inicio de la sesión, pero nunca apareció.
Este jueves a la noche, circuló un dictamen final con cambios en dos principales cuestiones: Privatizaciones y facultades delegadas. El nuevo propone privatizar 27 empresas (antes eran 36) y se votaría por partes en caso que los dialoguistas quieran proteger algún sector en particular. Se quitaron todas las empresas de Córdoba a pedido del diputado Nicolás Massot para obtener los votos ferneteros. Las facultades extraordinarias se redujeron de 11 a 6: Económica, financiera, de seguridad, tarifaria, energética y administrativa. Sin embargo, el cambio no terminó de convencer a los dialoguistas.
A pesar de todo esto, el ómnibus se redujo aún más y terminó siendo una combi de larga distancia. Quedaron apenas 382 artículos que fueron aprobados este viernes con 144 votos afirmativos y 109 negativos. Ahora resta esperar al martes cuando se retomen las sesiones para votar artículo por artículo de la ley y que pasen al Senado.
La represión merece un capítulo propio. Miércoles y jueves distintos movimientos de izquierda, peronistas, agrupaciones sociales y autoconvocados se concentraron frente al Congreso para repudiar la ley ómnibus. Ambos días hubo represión y balazos de goma. La policía federal y gendarmería, fuerzas que no tienen jurisdicción en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fueron responsables de los hechos.
Waldo Wolff, ministro de seguridad de CABA, fue consultado por su parecer al respecto de que la Federal y Gendarmería actúen en su distrito. Contestó pero borró el mensaje antes de ser leído.
El primer día fueron detenidas 4 mujeres que cantaban el himno sentadas en la vereda. Mientras que ayer 20 periodistas, jubilados y varios manifestantes fueron heridos con balas de goma y gases lacrimógenos adulterados con alcohol a pesar de estar sobre la plaza y no cortando la calle como explicita el protocolo de seguridad impuesto por la ministra Patricia Bullrich. Al enterarse del accionar policial, los diputados de Unión por la Patria y el Frente de Izquierda salieron de sus bancas para intentar detener la represión.
Bullrich justificó los hechos: “Todo el tiempo nos prueban, quieren que nos pasemos de límite, pero habrán visto que todo fue ordenado. Sí había bastante fuerza porque lo que termina pasando, si no, es que viene el desorden total y no hay posibilidad de alcanzar el objetivo”.
La tarde noche del viernes de la votación, la ministra de seguridad sacó su lado más oscuro y deslumbró a toda la sociedad odiadora de manifestantes con un despliegue muy pocas veces visto. La policía detuvo a 18 personas, entre ellas 2 fotógrafos de los cuales 1 era chileno. Hubo destrozos de contenedores de basura y balazos de goma.
En una democracia no hay represión, lo visto ayer rememora los tiempos más oscuros de nuestra historia. Tiempos que a 40 años del fin de la última dictadura cívico militar no podemos dejar que vuelvan mas que en los libros de historia.