¡Emisión mala, arruinas mis precios!
La inflación es un fenómeno multicausal y complejo. Su análisis discurre por numerosos abordajes teóricos. Sin embargo, en el ámbito de discusión de una sociedad, como muchas, polarizada, se lo hipersimplifica, difundiendo una versión sesgada, utilizandose como tosca piedra arrojadiza, para criticar a un gobierno de turno, o a una concepción política determinada. Diogenes Keizaikoa (seudónimo), nos plantea una reseña teórica, que pone sobre la mesa la amplitud del tema; la complejidad y riqueza de las corrientes teóricas existentes, y al mismo tiempo que explica algunas particularidades del caso argentino, ofrece una explicación clara y sencilla de las implicancias de algunas de éstas, mediante un análisis enfocado desde la teoría cuantitativista:
Hablar sobre inflación es ganarse un problema. Todes tienen su propia opinión, relativamente valiosa, de lo problemático que es vivir en un país con variaciones del nivel de precios sostenida, genera inestabilidad en las previsiones; incertidumbre sobre el futuro y constriñe el ahorro, quitando incentivos para quedarse con dinero. El cual esperamos que en el futuro, tenga menos valor.
Ahora bien, cuando escapamos de lo evidente (el quilombo que es vivir con inflación) y nos adentramos en las causas, el sentido común nos empieza a jugar mal. Lo cual es obvio, vivimos en una sociedad compleja, y la economía es parte de la sociedad, por lo que necesariamente, también es compleja.
No está en manos nuestras, dar una respuesta unívoca a las causas que la generan, pero bien podemos intentar dar una aproximación desde las distintas corrientes económicas que la abordaron. Por esto, pensemos un segundo sobre la condición necesaria para que exista inflación. No es un misterio, pero vale recalcar lo obvio: El dinero es necesario para que puedan ocurrir fenómenos inflacionarios.
Esta obviedad sobre el dinero, si bien es verdadera, tiene el problema de generar conclusiones erróneas sobre una premisa que también es cierta: “la inflación es ante todo y en todo lugar, un fenómeno monetario”. Esta última premisa (palabras más, palabras menos) se la debemos a Milton Friedman, quien es el padre de la escuela monetaria, y suele servir como sustento para explicaciones sobre la inflación, que descansan en desequilibrios producidos por la acción del Estado.
Digamos… Es verdad que la inflación es un fenómeno monetario. No tiene sentido pensar que una economía sin dinero pueda tener inflación, pero esto no implica que las causas que originan la inflación, sean unicamente monetarias. Usando el mismo razonamiento podríamos decir que la inflación es un fenómeno humano, porque no hemos descubierto poblaciones animales en que se produzcan crisis inflacionarias o deflacionarias: Los gorilas no comercian entre ellos, por lo cual, un periodo en el que rechacen las bananas porque hay demasiadas, es improbable que suceda. A lo sumo, las dejaran tiradas, y se pudrirán, pero no existirá un periodo persistente de rechazo de bananas por años, debido a su exceso.
Sin duda lo que acabo de describir es una parábola estúpida (y probablemente algún investigadore de simios me podría decir que en la selva del congo, en el siglo XIX, pasó algo similar, lo que no me interesa en absoluto), pero es bastante común que los análisis económicos comiencen con parábolas, que poco se ajustan en la realidad. Dicho esto, y partiendo de que aceptemos que la inflación es un fenómeno monetario, veamos cómo, de un mismo axioma, podemos derivar en conclusiones totalmente diferentes.
MV=PQ
Lo de arriba es la expresión clásica sobre la que descansa la teoría cuantitativa del dinero, es una identidad que relaciona entre sí 4 variables: M, que es la cantidad de dinero; V que es la velocidad de circulación; P qué es el nivel de precios, y Q que es la cantidad de bienes producidos. No me voy a adentrar en las variables flujo y stock, pero dentro de esta ecuación tenemos, de las dos, algo que podremos abordar en algún otro momento.
La interpretación de la ecuación es sencilla. Lo que nos dice, es que la cantidad total de dinero, rotando a una velocidad dada, tiene que igualar a la cantidad de bienes producidos por sus respectivos precios. Esto es, nos indica qué cantidad de dinero tiene que existir para que se puedan vender todos los bienes producidos en una economía, en un tiempo determinado.
Supongamos ahora, que la variable V es estable. Les ciudadanes están acostumbrades a hacer un número limitado de transacciones, por lo que, para simplificar, V no varía significativamente. De la misma manera, podemos suponer que Q es estable, dada una cierta técnica, y un cierto capital es esperable que los bienes producidos no varien en el corto plazo. Dicho esto, supongamos que M depende solo de la voluntad del gobierno, y puede determinar libremente cuánto dinero introduce en la calle.
Digamos que el gobierno, descubre esta ecuación, y nota que V es estable, pero desconoce que Q también lo es. Entonces, pensando que hay pocos bienes en la economía, decide aumentar la cantidad de dinero, por lo que M aumenta. Ahora bien, bajo nuestros supuestos, Q no puede subir, pero la identidad tampoco puede romperse, por lo que, en consecuencia, tiene que subir P, que no es otra cosa que el nivel de precios. El gobierno comienza a ver cómo se produce un incremento de los precios, sin que varíe la producción. Bonito, sencillo y comprensible. Mucho mejor que esa teoría estructuralista insípida. Lástima que la realidad suele diferir.
“Vamos por partes” decía Jack. Esta breve ecuación fue reformulada, Friedman la modifica bastante, pero la interpretación suele ser la misma: No se puede alterar la cantidad de bienes producidos aumentando la cantidad de dinero. Más tarde o más temprano, los precios harán su trabajo y se comerán el excedente de dinero.
CRITIQUEMOS:
Sin embargo, primero veamos una crítica temprana que se le hace a la visión cuantitativista. Marx en el tomo 1 de “El Capital” sostiene la identidad expresada, pero cambia el sentido de la determinación. Ahora no es desde la cantidad de dinero, que se determina el nivel de precios, sino desde la necesidad de tradear bienes, que se requiere cierta cantidad de dinero, para que se realicen.
La teoría de Marx es compleja y no es objeto de este trabajo abordarla, pero demos una aproximación hacia lo que entiende Marx que es la función del dinero. Marx es partidario de las corrientes del dinero-mercancía, esto es, el dinero tiene un valor propio, y que no es solo un mero signo de valor (lo que se conoce habitualmente como numerario). Desde esta óptica plantea que las mercancías (que son, básicamente, los bienes y servicios que se intercambian en el mercado) se cambian vis a vis con otras mercancías a su valor de cambio. Esto es, se intercambian al costo necesario para reproducirlas (si esto no pasara, el comercio sería un juego de suma cero, inviable en el largo plazo). Ahora bien, como no cambiamos mercancías por mercancías (el trueque no existe), sino que intercambiamos dinero por mercancía, al producir una cierta cantidad de bienes en una economía, para que su valor se realice, es necesario que, como contrapartida, haya dinero para poder realizar los intercambios.
Imaginemos que no existe esa cantidad de dinero, o que es menor a la necesaria para realizar todas las transacciones que la economía requiere. ¿Qué pasaría? Crisis, bienes que no se venden; trabajo que se pierde; fábricas que cierran, etc. Esto quiere decir, que la cantidad de dinero está determinada por esta necesidad de transacciones. Un ejemplo claro de esto, es el fin de la convertibilidad en Argentina, donde la falta de liquidez (es decir, de pesos que circulen en la economía) llevó a un periodo deflacionario, y la posterior caída del gobierno radical de De la Rua.
Si nos paramos en el costado opuesto, esto es, que en lugar de que falte dinero sobre, dice Marx que no es necesario un ajuste de precios, porque, como el dinero que él piensa es mercancía, bien puede el dinero excedentario transformarse en lingotes o en joyería. No tiene necesidad de circular como moneda, y se empleara el necesario para las transacciones que se requieran, y el resto saldrá de la circulación.
Dicho esto, ¿por qué habría inflación? Bien, básicamente porque el dinero-mercancía es sustituido por el dinero-signo, que no posee valor por sí mismo, por lo que, es posible que en ciertos periodos, circule más dinero-signo que el necesario por la economía. Sin embargo, Marx no se adentra mucho más en los determinantes de la inflación. Shaik si lo hace, y propone como modelo, que la inflación es producto de fluctuaciones en la tasa de ganancia. Tal vez en otro momento podamos abordar el trabajo de Shaik sobre la inflación en EEUU.
Ahora veamos otro problema de esta teoría. Si el dinero emitido por el gobierno, repercute en el nivel de precios, y no en la producción real, tenemos que explicar varias cosas. Primero, el dinero es fungible, esto es: Un billete no se diferencia de otro, por lo que ¿cómo podemos advertir que está circulando dinero de más? ¿el verdulero mira los agregados monetarios del Banco Central para decidir si sube los precios o no? ¿cuáles son los mecanismos de transmisión?
Todas las preguntas se pueden resumir en una: ¿Por qué el capitalista, al ver una mayor circulación de dinero, en lugar de aumentar los precios, no decide producir más? Esto es, ¿Por qué ajustaría por precios, cuando bien puede ajustar por cantidades? Dentro de la economía, hay ciertos consensos: Uno es, cómo funciona la oferta, y otro es cómo funciona la demanda. La oferta tiene una pendiente positiva, esto es, a mayores precios, el capitalista decide producir más. Y la demanda, una pendiente negativa: A mayores precios, el consumidor decide comprar menos. Estas dos curvas se intersectan en un punto, donde consumidores y productores, de alguna manera se ponen de acuerdo en cuanto se produce y por ende se consume.
Ahora bien, la teoría cuantitativa supone que, al existir más dinero, los consumidores compiten entre sí por los bienes, y al tener más dinero, están dispuestos a pagar un precio mayor por los bienes para no quedarse sin ellos. Esto, lo que implica, es que se traslada la curva de demanda hacia arriba, llegando a un nuevo equilibrio, donde se intercambian los mismos bienes a un precio mayor. Sin embargo ¿Es lógico que el capitalista, viendo que la demanda por sus productos crece, no quiera aprovechar y vender más? Claro que sí, lo lógico es que los capitalistas, al ver que la demanda crece, estimen que esto se va a mantener. Por lo que, en un primer momento aumentan los precios, pero luego ajustarán su función de producción para abastecer su demanda creciente. Esto implica invertir, y en el largo plazo, los precios deberían caer.
A esto la teoría cuantitativa responde, que los capitalistas no pueden ampliar su oferta, porque la economía está funcionando cerca de la frontera de posibilidades de producción. Es decir, que es muy caro ampliar la oferta de bienes, por lo que el ajuste por precios es inevitable, dado que cualquier expansión productiva en un sector implicaría dejar de invertir en otro sector, lo que amplificaría los desequilibrios al resto de la economía.
Esto es improbable en muchas economías, particularmente en la nuestra. La capacidad instalada suele estar subutilizada, por lo que suele haber margen para expandir la producción, a un costo relativamente bajo, sin comprometer la inversión necesaria para mantener una expansión sostenida de la estructura productiva.
Bueno, “puede pasar eso”, nos dicen los cuantitativistas, pero asimismo ¿Qué va a pasar cuando ese dinero excedentario desaparezca? Es lógico asumir que cuando eso pase, los consumidores volverán a demandar los mismos bienes que antes de la expansión. Lo que producirá que los productores, que creyeron que esa demanda creciente se iba a mantener, queden con inversiones a medias: Generaste una burbuja, que en algún momento va a explotar. A esto podríamos responder, como Keynes, que si el problema está en que el dinero desaparezca, solo tenemos que mantenerlo circulando. Perdón por esta burda reducción del debate de entreguerras de Hayek y Keynes, que fue bastante rico y terminó con la caída en desgracia del primero, y el ascenso del segundo. En algún momento podemos ver un resumen.
Otro problema a considerar, es que el dinero no es generado solamente por el Estado. La creación de dinero por los Bancos es constante. Por algo, la oferta monetaria es abrumadoramente superior a la base monetaria, esto es, hay mucho más dinero circulando, que billetes físicos multiplicados por su velocidad de circulación. ¿Qué tiene que ver esto? No lo explicitamos, pero dentro de la teoría cuantitativa del dinero, este es considerado exógeno, es decir, que se determina fuera de nuestro sistema. Pero en la realidad, lo que suele pasar es que la cantidad de dinero circulante, se determina endógenamente, por las necesidades del sistema. El dinero parece comportarse, más cerca de lo que afirma Marx, que de lo que aseveran los cuantitativistas.
Por último, una pequeña nota sobre los problemas que acarrearía limitar la capacidad del Estado, para hacer política monetaria. Supongamos que nuestra oferta general de bienes y servicios, está definida por su correspondiente demanda, en un equilibrio muy prolijo donde productores, consumidores y Estado, están de acuerdo. En un momento dado, sucede una perturbación en la oferta, estalla una guerra en medio oriente, lo que incrementa el precio del petróleo, como este es un bien básico, impacta en el resto de los bienes de la economía. Los productores se encuentran con costos crecientes, y para mantener su tasa de ganancia, deciden aumentar los precios (no un precio, sino el conjunto de precios de la economía), por lo que la curva de oferta, se traslada hacia arriba.
Esto impacta en la demanda, que ahora puede comprar menos bienes que antes, por lo que el Estado, tiene dos opciones: Una es, no hacer nada, porque es cuantitativista, y cree que cualquier expansión artificial de la cantidad de dinero es negativa; y la otra es, validar este aumento de precios con expansión monetaria. De optar por la primera opción, el nuevo equilibrio se encontraría en un punto, donde el PBI cae, y el nivel de precios sube. Esto es, se producen menos bienes y servicios en la economía, a un costo superior, y somos en fin, relativamente más pobres.
¿Cuál es la diferencia entre estas dos acciones? El impacto en las expectativas. Decía Keynes que solemos pensar que las cosas no van a cambiar en el corto plazo, por lo que, optar por no hacer nada y validar una producción menor, puede redundar en una crisis pesimista: Que los capitalistas entiendan esta menor producción, como presagio de una menor venta a futuro, por lo que luego reduzcan la inversión; despidan trabajadores, impactando en la demanda, que cae, volviendo a impactar en la oferta. Esto es un círculo vicioso, en que las expectativas negativas, se retroalimentan entre sí.
Optar por la segunda opción, conlleva un grado de riesgo moral. Si el Estado está siempre dispuesto a validar aumentos de precios, para evitar una caída en el PBI, puede alimentar acciones especulativas que dañen a la inversión en el largo plazo. Pero con dirección necesaria, puede servir para evitar que las expectativas negativas, se impongan sobre las positivas. Es el Estado quien puede, en última instancia, determinar si una crisis se convierte en depresión, o en recesión.
ALGUNAS CONCLUSIONES
Dado que me excedí con lo pautado, cierro el artículo en este punto: La idea original, era avanzar sobre diferentes explicaciones sobre la inflación. Solo alcanzamos a visualizar algo de la teoría cuantitativa, y las críticas que le podemos hacer. Quedan en el tintero, el problema político del pleno empleo de Kalecki; los aportes de Abba Lerner sobre el rol del Estado; Shaik y su enfoque de la inflación, como así también los grandes aportes que la escuela estructuralista hizo en torno a la inflación.
Una cosa importante a aclarar es que, es probable que una emisión irresponsable, desemboque en episodios inflacionarios. Un ejemplo de ello, es la fiesta de bonos que precipitó el fin del alfonsinismo, pero no es la única explicación posible. Los gobiernos no son suicidas, y no caen en estos episodios, a menos que existan desequilibrios estructurales de difícil resolución, como lo fue para Alfonsin el fracaso del club de deudores.
Debemos siempre tener en cuenta, que la inflación es un fenómeno monetario en un momento histórico determinado. Las explicaciones que son válidas para entender el rodrigazo, pueden no ser las mismas que explican la inflación en el gobierno de Cristina, porque las estructuras económicas cambian con el tiempo.
No lo vimos en este artículo, pero es siempre necesario diferenciar entre causas y efectos de la inflación. La emisión bien puede ser la causante de la inflación, pero también es un efecto de la misma, para poder realizar las transacciones necesarias. Muchas veces, cuando nos hablan de las causas de la inflación, en realidad están hablando de sus efectos. Como vimos en la parte final, muchas veces se debe emitir para evitar una crisis mayor.
Como cierre algo importante para aclarar, es que la mayoría de las teorías de inflación, son pensadas desde EEUU, que no tiene las dificultades propias de naciones como la nuestra. El tipo de cambio es un determinante central de nuestro sistema de precios, pero para los economistas de EEUU es irrelevante, por lo que, hay que tener cuidado al momento de analizar la inflación. No hay que confundir nuestro objeto de análisis, porque EEUU tiene medios de combatir la inflación, que a nosotros nos están vedados, y tenemos problemas que, para elles son intrascendentes.
Diogenes Keizaikoa